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El impacto del adiós

Creo que pocos momentos en mi vida me han dejado en un vacío frío como el que viví hace unas semanas.

Me levanté por la mañana como cualquier otro día, un día corriente.
Había quedado con un amigo. Viendo que no llegaba, le envié un mensaje. Después de unos minutos vi una llamada en mi móvil. La voz desconocida de una persona próxima a él me anunciaba que hacía dos horas que había fallecido. Es difícil poder expresar en palabras la sensación que tuve en aquel momento…El primer pensamiento fue el no creerme lo que me estaba diciendo.

Pasados los minutos y las horas fueron aflorando pensamientos, ¿Por qué no pudimos quedar antes? ¿Tendría que haber insistido más?

Después de estas preguntas aparecieron recuerdos vividos con él. Unos de ellos alegres, donde él mostraba una parte más distendida, cuando hablaba de las cosas que él disfrutaba. Otros donde expresaba su enfado, acompañándolo con su cuerpo y su mirada; confieso que al principio de conocerle ello me impresionó. Recordé los momentos compartidos en los que pude ver su dolor, su sensibilidad y sentir su cercanía. También su claridad en las cosas cuando algo no funcionaba, el dejarlo estar, el no insistir. Y ese silencio que transmitía que todo estaba bien.

A medida que avanzaba el tiempo, empecé también a cuestionarme mis pensamientos, mis actitudes, incluso mi forma de vivir. ¿Tengo que cambiar cosas en mi vida? ¿Qué cosas no estoy haciendo y me gustaría hacer? También aparecieron situaciones con mi hija que me emocionaban. Cada una de esas cuestiones iban calando en mi ser.

Todos mis pensamientos se hacían flexibles, todo era posible. Aparecieron las excusas, los pensamientos que me dificultaban realizar mis deseos en el aquí y el ahora, en el presente. Presente, presente, esa palabra surgía y surgía en mi cabeza.

Paisaje de montañas con hombre de espaldas. Proceso de duelo

 

 

Fueron pasando las horas y sentía un vacío cada vez mayor, más difícil de sostener. Sentía que era muy importante poderme despedir de él, decirle adiós, honrar lo vivido. Fui a Sancho de Ávila. No sabía muy bien qué decir a las personas de su entorno íntimo. Creo que es muy difícil estar preparado para saber qué decir, pero el hecho de estar presente, cerca de él, me hizo sentir que ya me estaba despidiendo. Fue entonces cuando fue apareciendo la tristeza al saber que no podría verle más.

Hubo dos aspectos importantes que disfruté con él y que han dejado huella en mí. El primero, su espíritu de superación, su fortaleza; es posible conseguir lo que deseas con la convicción y la claridad de lo deseado. El segundo, la forma de vivir con ilusión lo desconocido, incluso trazar nuevos retos también para ayudar a los demás.

Cada uno de esos momentos compartidos, de esos recuerdos, de esas reflexiones, se fueron colocando en mi corazón y en mi mente. Fue así como sentí que la tranquilidad, la felicidad y la tristeza compartían espacio en mi corazón.

 

Camino de campo con puesta de sol. Proceso de duelo.

Amigo, tengo la sensación de que estás presente en algunos momentos de mi vida, y ello me hace sentir feliz.

 

Marc Expósito Barra

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