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El despertar del niño

En mi proceso personal he tenido diferentes vivencias y una de ellas fue en un renacimiento con Respiración Holotrópica.

Esta técnica me hizo ver y atravesar una Gestalt abierta que en su momento no pude resolver.

Todo comenzó haciendo un taller de parentales con Claudio Naranjo. Dos personas me acompañaban, hacían de papá y mamá; yo los reconocía como mis padres.

La consigna en el trabajo era respirar de una forma circular y consciente, como si fuera una meditación, donde no hay descanso, apoyado por mis padres y buscando en la respiración profundidad y velocidad.

Pasado un tiempo, es difícil de determinar pero podrían haber sido más de 30 o 40 minutos, empezaba a sentir un hormigueo y el cuerpo se bloqueaba progresivamente. No podía controlar las manos, los dedos, la mandíbula; tampoco mis expresiones, mis músculos faciales se movían sin que yo pudiera hacer nada.

Niño sonrientre meditando en la hierba

Fueron apareciendo emociones, tristeza y rabia. Veía y sentía situaciones de mi infancia. Sentía que se estaban reparando heridas que en más de treinta años no había sido consciente de ellas , no había podido resolver, se estaba reparando una Gestalt.

Estaba reviviendo situaciones de mi infancia con la conciencia del momento presente; estaba en el Aquí y el Ahora.

Mi cuerpo se iba poniendo en posición fetal, sentía que se encogía al lado de mi padre y de mi madre; incluso mi voz se parecía a la de un niño, a la de un recién nacido. Intentaba controlar lo que me ocurría pero no podía; gracias al apoyo de mi padre y de mi madre me dejé llevar por a confianza que me aportaban.

Mano de adulto cogida por la de un pequeño

En esos momentos me sentía arropado por mis padres, estaba seguro al lado de ellos, era algo que no había vivido desde hace muchos años. Poco a poco me sumí en una especie de despertar. Era como hacer un reset a mi propia vida. Sentía como todo mi cuerpo, mi mente, mi instinto y mi corazón se iban coordinando.

Una vez ya recuperado de la tetania que me impedía moverme y las sensaciones físicas amplificadas, la respiración mucho más amplia y expansiva. Me levanté acompañado por mis padres y salí al jardín. Me estiré boca arriba dejando que la hierba inundara mi cuerpo. Incluso recuerdo la sensación de una hormiga que subía por mi brazo.

Mujer joven tendida en la hierba

En aquel momento, se repetían constantemente mi cabeza estas palabras: “Todo está bien, todo está bien, todo está bien. Cada cosa está en su sitio”.

Después de más de 15 años aún recuerdo esa sensación de la hormiga subiéndome por el brazo y aquellas palabras que resonaban en mi mente como un mantra.

Marc Expósito Barra

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